Civitates Orbis Terrarum: un Google Earth del Renacimiento.
Por Gonzalo Prieto, 4 septiembre, 2017
https://www.geografiainfinita.com/2017/09/el-primer-compendio-de-vistas-de-ciudades-de-la-historia/
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Civitates Orbis Terrarum es un atlas de seis volúmenes en el que se incluían cerca de 500 ciudades. Fue editado por George Braum y Frans Hogenberg. Vio la luz en 1572 como una auténtica taxonomía histórica del urbanismo medieval y renacentista.
Se publicó dos años después del Theatrum Orbis Terrarum, el considerado como primer atlas de la historia, obra de Abraham Ortelius. Civitates se concebía así como su acompañante. Una especie de Google Earth de la época centrado en ciudades.
El concepto causó sensación. Era el primer intento por representar la mayor parte de las ciudades del mundo conocido por los europeos. Y lo hacía de manera realista y fiel.
Para ello, se recurría a un moderno estilo pictórico y a la perspectiva. Y se utilizaban planos en dos dimensiones, representaciones tridimensionales y de perspectivas a vista de pájaro.
Ahora, la editorial Taschen lo reedita, en una edición que ya se puede adquirir en nuestra tienda. Se trata de una edición en inglés de formato 25 x 36,3 cm. Más de cuatro siglos después de ser publicado por primera vez, esta reimpresión incluye todas las láminas del Civitates orbis terrarum.
La reimpresión de Taschen contextualiza las láminas con extractos seleccionados de los textos originales de Braun sobre la historia y relevancia de cada centro urbano, e incluye comentarios detallados para ubicar los planos de las ciudades en su contexto cultural y cartográfico.
Hay además ya disponible una versión con una selección de algunas de las láminas y un formato más pequeño.
Un salto adelante respecto a ejemplos anteriores
Aunque se perciba cierta heterogeneidad en las técnicas, estaba encaminada en su conjunto a ofrecer unidad. Se pretendía representar el mundo “civilizado” a través de las ciudades, enseñas de ese avance.
Lo que parece claro es que se daba un salto adelante respecto a colecciones anteriores de vistas. Es el caso de las de Hartman Schedel en su Liber Chronicarum o crónicas de Núremberg (1493). Civitates logra superarlas.
Los intentos realizados hasta la fecha se veían limitados por la calidad de los grabados de madera. Pero también por la falta de fidelidad del artista a la hora de representar la realidad y una tendencia a utilizar la fantasía para representar las ciudades.
El compendio urbanístico presentaba vistas y mapas de ciudades de Europa, África, Asia e incluso América. Su editor era el teólogo y cartógrafo de Colonia Georg Braun (1541-1622).
El grabador de los cuatro primeros volúmenes fue el artista flamenco Frans Hogenberg(1535-1595), que también había preparado diversos mapas para el atlas de Ortelius. Los grabados de los volúmenes quinto y sexto fueron obra de Simon van den Neuwel (1538-1590).
Creciente interés europeo por conocer el mundo
Los dos atlas, tanto el de Ortelius como el de Braun & Hogenberg, respondían a un creciente interés de los europeos por conocer el mundo. Interés que llegaba en un momento en el que el poder adquisitivo aumentaba entre determinadas clases sociales, así como por el hecho de que los libros impresos resultaran más asequibles.
Por otra parte, a finales del siglo XVI tomaba fuerza el género literario de la “literatura de viajes”. Un género de enorme atractivo para un público que, alentado por descubrimientos y exploraciones, deseaba “viajar” sin abandonar la comodidad de su hogar y sin enfrentarse a los peligros que en aquella época podía conllevar el viaje.
Pensado para viajar desde casa
Así las cosas, los editores, buscaban acercar representaciones pictóricas de remotos lugares. Algo así como los documentales de viajes que hoy podemos consumir en la televisión.
Como escribiría Braun en su prefacio al libro tercero: “Qué podría ser más agradable que la lectura de estos libros y la observación de la forma de la Tierra desde la comodidad del propio hogar, ajeno a todo peligro…”
Y añadía: “adornados con el esplendor de ciudades y fortalezas y mediante la contemplación de estas figuras y la lectura de los textos que las acompañan, adquirir conocimientos que sólo podrían conseguirse, de manera parcial, con el sufrimiento de largas y penosas travesías”.
Los planos y vistas de la obra, acompañados cada uno de ellos por un detallado relato de la historia de la ciudad, sus características e importancia comercial, conformaban el perfecto atlas del explorador de salón de la época.
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